Algunas revelaciones por la Gracia de “Las Gracias”

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Lo de “Las tres Gracias”, es asombrosamente cierto y determinante para las esencialidades del alma. En estos días, las tres gracias caraqueñas que se me han venido revelado de manera sobrevenida: Ana María Hurtado, Flavia Pesci Feltri y Sandy Juhasz, me han dado la evidencia irrefutable de ello.

Este proceso del ánima y la doncella (incluso el de “la Doncella y la Muerte”) que tanto me ha venido inquietando en los últimos años, la transformación de lo femenino y la individuación en términos Junguianos de la mujer (lo inmanente), la interacción de su “Animus” y los encuentros con lo otro (lo trascendente) que convocaran finalmente la máxima instancia de su transformación, de su fecundación, (también como el lugar donde se gesta aquello que se ha fecundado) me han llevado al origen, a la primera doncella: Eva. Curiosamente esta doncella se llama literalmente “Vida”, aunque con ella se inicie también nuestra muerte.

Todo esto nos remite a los Génesis, al proceso de la creación, especialmente a esos momentos iniciales, a la aparición y el despliegue del verbo, la palabra, la llegada a la conciencia. Digo esto porque en la foto que hace poco vi de Sandy abrazada del árbol (blanco y negro), la imagen resonó de una manera muy fuerte con el arquetipo original y primario de esa mujer resurgida junto al árbol: el árbol de la conciencia, el árbol que divide el bien del mal (también la luz y la sombra?).

Si quisiéramos utilizar la metáfora más extrarodinaria y abarcante de la luz, esta no sería otra que la conciencia. Después de que el ser humano entra a formar parte de la creación, la resonancia con esas vibraciones lo han llevado a replicar este acto y su dinámica a través del arte como expresión individual del acto creador, la trascendencia del arte como expresión de este proceso de emanación y despliegue que la constituye. Viene entonces Flavia a través de su evocación de Vicente Huidobro, máximo exponente de “El Creacionismo” en términos poéticos (creo que no hay otro ámbito que el poético para explicar de manera absoluta estos procesos) del vinculo original de la palabra y el lenguaje como medio de expresión abarcante y total. Por si fuera poco, Ana María, pone en su muro ese párrafo a-brumante (por asombroso) de Pascal Quignard en donde la bruma y la palabra se mezclan en esa niebla primordial y original que esta siempre en el umbral que une lo caótico y la forma. Palabra y Bruma Inseparables desde el primer aliento: el verbo. Lo siempre inminente, por llegar…

Si hacemos una lectura poetica-abarcante, del Génesis (no solo el de la Tora y la Biblia Cristiana), veremos como a partir de ese eje central que une lo de arriba y lo de abajo, la luz y la sombra, el cielo y el infierno, es decir del Arbol de la conciencia del bien y del mal, se establece en la psique del ser humano esa sensación de desprendimiento, de separación, que nos hace sentir que la creación es una cosa diferenciada de nuestra individualidad. La primera palabra, el primer aliento, es el Verbo: la palabra indiferenciada. Esta palabra hay que llevarla al plano de la conciencia, al plano de la luz.

El hombre en este afán (y digo “hombre” en sentido estricto y literal), quiere llevar a ese plano consciente, no solo a los elementos de la creación, sino incluso a su propia Anima, su núcleo emocional, aquello que lo anima, lo nutre lo vincula. No en balde los sabios Leroi y Gourham, nos interpretan ese momento, con la salida de Eva del costado de Adan. Dicen Leroi y Gourham, que los aspectos puramente inmanentes del hombre, serán invisibles o imposibles de ver, si no hay reflejo, trascendencia.

Eva, o el elemento femenino-emocional, se encontraba totalmente integrado e indiferenciado en el ser humano en lo mas hondo de si. El hombre, en su pretensión de confiar solamente en el aspecto luminoso-racional, saca hacia afuera, es decir trasciende este elemento inmanente hacia el afuera para verlo, para poder mirarlo. Esto implica de manera casi irrevocable la sensación, de separación, de que el todo y nosotros estamos diferenciados a través de la conciencia individual. Eva seduce, al hombre, Lo lleva a la “trampa” con la dulzura del fruto de ese árbol, para que acceda de manera definitiva, a la luz del entendimiento, a la conciencia.

Pero el hombre ha pecado contra su propia consistencia, pues al sacar hacia el afuera el aspecto emocional que lo conforma, estará condenado a entender desde una percepción puramente racional, parcial, analítica, donde solo hay luz. De todas maneras la resonancia con Ariadna y Teseo se me antoja asombrosa. Es Ariadna quien lleva a Teseo de regreso a la luz, luego de su llegada al centro del laberinto. En en el caso de esta primera doncella Eva, es ella también quien lleva a Adan a la conciencia, es decir a la luz, desde ese centro o “Axis Mundi” de cuyo punto giratorio y centrífugo (o su reverso centrípeto) sale la fuerza vnculante desde el adentro o hacia el afuera, de toda la creación.

Al darle el fruto del bien y del mal, ella le muestra ambos aspectos unidos por el fruto, tal y como Ariadna le otorga a Teseo el hilo conductor, el vinculo, el nudo. En el caso de Adan, este solo vera la división, no la unión, pues esta despojado, condenado a NO ver también y simultáneamente desde ese otro aspecto de la conciencia: “la conciencia emocional”.

Es impresionante ver como de manera clara, el Génesis nos dice que en el principio Adan sueña con Eva, Adan solo puede acceder a Eva a través del entorno anímico del sueño: “el sueño de Adan”. Al despertar a la conciencia, junto al árbol, se producirá entonces la palabra individual, la palabra racional, la palabra analítica…

Esa “Gracia” que el creador le otorga l hombre a través del poder de nominar cada cosa que forma parte del esplendor de la creacion. En el caso de Ariadna y Teseo, ella sera lo que se transforma, la que llega a la conciencia, la portadora del hilo conductor entre los mundos. Es el hilo de Ariadna quien conduce y nos permite recorrer el camino de la conciencia. Para ello se debe llegar primero al centro del laberinto Yo diría incluso que ella es la conciencia, la que guía. Visto asi Teseo y Ariadna están separados, pero al llegar Teseo a la luz, se abrazan en un acto unificador, fecundante. Deviene entonces otro ser. Es por ello que Ariadna llora, se lamenta. El hilo se corta como se corta el cordón simbiótico para que se consolide el nacimiento, llora por el hijo separado, y así por ciclos permanentes de separacion-union-fecundacion-separacion. Esto solo se podrá entender con la llegada a la conciencia total, es decir entendiendo la integración, la síntesis de luz y sombra, bien y mal, emoción y razón, pero sobre todo el ritual que lo precede todo: vida-muerte-resurrecion.

Adan y Eva a través del fruto, acceden a la conciencia, y por ende a la conciencia de la muerte y de la transformación, como elemento esencial de estos procesos. Por su parte, Ariadna es fecundada a su llegada a la luz de la conciencia y esto nunca se hubiera logrado sin el intervención de Teseo. Es por ello que el paso de esta transformación la llevara al plano de Dionisio. Para corroborar esto, otra advocación del mito de Ariadna, pauta que esta muere y baja al Hades. Alli es fecundada y da a “luz”, es decir que ella lleva a la luz, al hijo en el inframundo. Personalmente, creo y siento que la “Ariadna puber” muere (tenia que ser frente a la mas originaria y vastas de las aguas, es decir “el mar”), para que surja esa otra Ariadna integrada, transmutada en si-misma. Este evento ha sido denominado “nacimiento en la muerte”.

Estas revelaciones terminan de mostrarme por la gracia de “Las Gracias” el secreto de ese proceso anímico. Gracias a las Gracias (las que me poseen en este momento, las caraqueñas), siento de una manera muy intensa que la alternancia entre lo inmanente y lo trascendente, nuestra sensación de individualidad y la de formar parte de “Un Todo”, la necesidad de trascender lo inmanente para verlo con los ojos, es el secreto. Igualmente ahora se me revela el reverso de este único camino que nos lleva hacia y desde la conciencia. Es decir hacer inmanente lo trascendente para entenderlo con el alma.

Como decía, para mi sentir personal Ariadna y Teseo, al igual que Adan y Eva son hermanos gemelos, lo gemelar que expresa la división de la unidad primordial. El árbol y el hilo expresan el vinculo, la posibilidad de unión (obviamente su reverso también expresa la división, la linea divisoria). Para entenderlo, El Animus de Ariadna debe bajar al inframundo, a los infiernos, a la sombra, al centro. Esta conciencia la integra, la fecunda. Siento igualmente, que la secuencia de lo gemelar y especular, debe desembocar en el origen, es decir, en el hermafrodita, en el andrógino primordial, perfecto pero sin posibilidades de verse de manera especular o a través de los espejos…es necesario entonces entender el porqué de la necesidad de los reflejos y de los espejos, aquello que nos impulsa a trascender hacia un horizonte reflejado, vernos, la inflexión indispensable que tenemos que dar hacia ese horizonte trascendido para poder ver de frente lo que es imposible de ver de manera integrada. Contradictoriamente también es la necesidad de integrar nuevamente lo fragmentado. Como en el mito de Rebis, y su resonancia con el mito de Adán y Eva. Claro está que en el Génesis, se plantea que Adán y Eva estaban fundidos inicialmente, y por eso la separación se produce tomando el componente femenino del interior en el costado, separando al ser humano en hombre y mujer, razón y emoción, luz y sombra. Caín logra diferenciarse a sí mismo de Abel, su gemelo. De ahí la maca en su frente (símbolo de la conciencia? de ese ojo central que ve con el alma?)… sin embargo debe errar solitario ayuntando con la tierra en busca de su ánima perdida, su verdadera mitad, su integración final y fecundadora.

Es ahora que empiezo a entender la “Unidad” y su radiante pluralidad. revelación de vínculos que se conectan a través del hilo, del fruto apasionado cuyo dulzor me ha llevado a este “Estado de Gracia”…bendecido por la hemostasis de la trinidad así manifestada.